Memoria Viva De Un Creyente De Ojos Abiertos


Desde hace tiempo, se ha acuñado, en el lenguaje teológico, una expresión muy gráfica y significativa: espiritualidad de “ojos abiertos”. Fue el famoso teólogo alemán Johann Baptist Metz el que empezó a ponerlo en circulación: “la experiencia de Dios inspirada bíblicamente no es una mística de ojos cerrados, sino una mística de ojos abiertos; no es una percepción relacionada únicamente con uno mismo, sino una percepción intensificada del sufrimiento ajeno”.

Esta es la espiritualidad de Vicente de Paúl. No una espiritualidad de “escuela”, sino de “vida”. Vicente de Paúl es un creyente de ojos abiertos. Aquel caminante al aire del espíritu ha encontrado su camino propio y específico, después de haber pasado por la “invasión mística” de su tiempo. La espiritualidad de Vicente de Paúl se fue gestando, sobre todo, entre experiencia, descubrimientos, fatigas, esperanzas, desesperanzas…, es decir, en la andadura real y concreta de la vida. Su progresiva “conversión” le va llevando a una madurez espiritual cada vez más encarnada. “El pobre pueblo que se muere de hambre y se condena de desaparición”,  “los pobres que se multiplican todos los días y que no saben  qué hacer ni a donde ir”… le van abriendo los ojos y van modelando su espiritualidad, las experiencias que les golpearon y le zarandearon con gran   fuerza, constituyeron los “signos de los tiempos” que él supo leer como mediaciones de Dios y como punta de lanza para vivir su espiritualidad.


Vamos a recorrer esta espiritualidad vicenciana de ojos abiertos. Vamos a penetrar en su entraña, es decir, en las columnas que sostienen, en las coordenadas fundamentales que la iluminan, en los jalones que la especifican y en las exigencias que conlleva. Todo ello significa bucear en la “mismidad”  (empleando una expresión orteguiana) de este creyente lúcido  y radical.

·         TRES COLUNMAS BASICAS

 No nos queda más remedio que acudir de nuevo a la frase lapidaria y sugerente de Vicente de Paúl: “tal es mi fe y tal es mi experiencia”. Porque, en esa frase, se intuye toda la trama de su espiritualidad. Una espiritualidad que va apuntalándose y creciendo al ritmo de su fe y de su experiencia, una espiritualidad que va desplegándose como un inmenso abanico movido por su fe y su experiencia.

Por eso, siguiendo la fe y la experiencia de Vicente de Paúl, podemos empezar a establecer el edificio de la espiritualidad vicenciana. Y lo hacemos comenzando por las columnas básicas de esta espiritualidad, columna que el mismo Vicente de Paúl, construyó, potenció, y legó a sus seguidores.

La primicia de Dios

Los teólogos antiguos, al hablar de la relación con Dios, decían que la forma más profunda y existencial  de creer es “credere in Deum”. Es decir –y dicho en román paladino- una fórmula que equivale a tener una experiencia personal de Dios, confianza absoluta en su amor, vivencia gozosa de su misericordia, apoyo incondicional en su fidelidad.

Es la primera columna de la espiritualidad de Vicente de Paúl. Él ha experimentado que Dios le ha sacado de la tierra de Egipto, y que le ha conducido a través del éxodo, a la tierra prometida. Vicente de Paúl sabe que ha llegado donde ha llegado no por sus propias fuerzas,  sino por la mano de Dios. Vicente de Paúl se sabe perdonado, acogido, salvado, habitado por Dios Padre.

En Vicente de Paúl, el amor de Dios y el amor a Dios ocuparon siempre la primacía y el absoluto de su vida, y puedo llegar a ser el gran defensor de los pobres por que hizo radicalmente efectivo su amor a Dios.

En numerosas ocasiones habla Vicente de Paúl de “dejarse llevar por la amorosa providencia”, pero no de una forma quietista o con una actitud de despreocupación, sino “consumiéndonos por Dios, no teniendo bienes ni fuerzas más que para gastarlo por Dios, es lo que hizo Nuestro Señor, que se consumió por amor a su Padre”. En Vicente de Paúl, la pasión por Dios posibilitó, vertebró, y dinamizó su pasión por los pobres.

La centralidad de cristo

El núcleo central de la espiritualidad vicenciana, está en la contemplación de Cristo anonadado, que se hizo pobre para salvarnos. La fuente de la espiritualidad de Vicente de Paúl es Cristo que se hace siervo y servidor. Pero, dentro de la totalidad de Cristo, Vicente de Paúl selecciona tres rasgos  que constituyen lo que llamamos la “cristología vicenciana”: Cristo, adorador del Padre; Cristo servidor del designio amoroso del Padre; Cristo evangelizador de los pobres.

Estos tres rasgos de Cristo constituyen la raíz específica y original de la espiritualidad vicenciana. Todos los demás elementos de esa espiritualidad son como un despliegue de esos tres rasgos de Cristo. No es que Vicente de Paúl ignore otros rasgos de Cristo, pero como no puedo abarcarlos todos, se fija especialmente en esos tres por están en la línea de su vocación y de su misión, y, además va a ser los puntos clave de la vida de las instituciones que él fundó.

Esta centralidad de Cristo se puede resumir en la famosa frase que Vicente de Paúl escribió  al P. Portáil: “acuérdese padre que vivimos en Jesucristo por la muerte de Jesucristo, y que hemos de morir en Jesucristo por la vida de Jesucristo, y que nuestra vida tiene que estar oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo, y que, para morir como Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo”.


La pasión por los pobres

Desde la primacía de Dios y desde el seguimiento radical de espiritualidad –como vengo diciendo y repitiendo- lo que es más original en comparación con otras espiritualidades de su tiempo: los pobres. Se trata de opción preferencial (más bien habría que calificarla de exclusiva) por los pobres.

Se puede decir que los pobres fueron su pasión dominante. A los pobres los ama sin romanticismos; con calor, inteligencia e identificación, desde sus heridas y desde el seguimiento de Jesucristo, dispuesto a pagar el precio necesario;  uniendo a cuantos más, de toda condición a esta “ tarea divina”; desde las dos categorías complementarias del amor cristiano: la curativa y la preventiva; y con agradecimiento.



FERNÁNDEZ, Celestino. Vicente de Paúl Un Corazón Sin Medida. Ed. La Milagrosa, Madrid, 2014. Pg. 81-85.

Memoria Viva De Un Creyente De Ojos Abiertos Memoria Viva De Un Creyente De Ojos Abiertos Reviewed by Pastoral Vocacional- Familia Vicentina on agosto 17, 2017 Rating: 5

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